En medio de una generación de niños criados en la guardería o por sus abuelos, hay una minoría que va aumentando cada vez más rápido _ al menos a mi alrededor. Somos esas madres que hemos decidido criar a nuestros hijos nosotras mismas, haciendo malabarismos con el tiempo y con el presupuesto para que no falte aquello que consideramos más importante para ellos: nosotras.
Somos esas madres que, gracias al Dr. Carlos González, hemos aprendido que no maleducamos a nuestros niños por no aplicar los métodos de moda, sino todo lo contrario; que es natural y sano ese ansia por cargar, abrazar y besar a nuestros bebés; que dejarlos dormir en nuestra cama es incluso bueno; que la lactancia materna no es un castigo para ambos... y tantas otras actitudes reprobadas hoy en día por una sociedad que pretende tener hijos sin que se note, que confunde "conciliación" con "escolarización", y en la que en una tertulia televisiva he llegado a oir a una mujer acusando de egoístas y malas personas a las madres que hemos dejado de trabajar para cuidar a nuestros hijos.
Pero como decía, cada vez somos más. Tantas, que hasta Uma Thurman nos ha dedicado una película.