miércoles, 16 de septiembre de 2009

UNA MAMÁ EN APUROS

Hace un par de semanas fui con una amiga a ver "Una mamá en apuros". La peli es divertidísima, y Uma Thurman está, como siempre, genial. Pero dejando aparte las exageraciones lógicas al tratarse de una película, de repente se me llenó la cabeza de amigas que, como yo, han decidido adaptar su vida para que sus hijos quepan en ella.
En medio de una generación de niños criados en la guardería o por sus abuelos, hay una minoría que va aumentando cada vez más rápido _ al menos a mi alrededor. Somos esas madres que hemos decidido criar a nuestros hijos nosotras mismas, haciendo malabarismos con el tiempo y con el presupuesto para que no falte aquello que consideramos más importante para ellos: nosotras.
Somos esas madres que, gracias al Dr. Carlos González, hemos aprendido que no maleducamos a nuestros niños por no aplicar los métodos de moda, sino todo lo contrario; que es natural y sano ese ansia por cargar, abrazar y besar a nuestros bebés; que dejarlos dormir en nuestra cama es incluso bueno; que la lactancia materna no es un castigo para ambos... y tantas otras actitudes reprobadas hoy en día por una sociedad que pretende tener hijos sin que se note, que confunde "conciliación" con "escolarización", y en la que en una tertulia televisiva he llegado a oir a una mujer acusando de egoístas y malas personas a las madres que hemos dejado de trabajar para cuidar a nuestros hijos.
Pero como decía, cada vez somos más. Tantas, que hasta Uma Thurman nos ha dedicado una película.

martes, 15 de septiembre de 2009

¿para qué tenemos hijos?

El otro día, un amigo con dos niños preciosos me hacía esta pregunta. Según él, vivimos tranquilos hasta que ellos llegan, y luego todo se disuelve en un mar de pañales y de biberones.
Soy una de esas madres a las que sus hijos agota, pero pienso que es parte del proceso. Me encanta dormir hasta tarde sin que nadie me moleste, y comer sin tener que levantarme continuamente y perseguir a Daniela con el tenedor; pero olvido todos los enfados y las carreras del día cuando se duerme acariciándome la cara, o cuando Lucas recuesta su cabeza contra mi hombro agotado de subirse a todas partes y caerse a continuación.
Sí, definitivamente los niños son agotadores, pero merecen la pena. Siempre he defendido que envejecer-despacio, eso sí- es bueno. Cada edad tiene cosas de las que la anterior carecía, y tener siempre veinte años resultaría aburridísimo. ¡Claro que los hijos te cambian la vida!. Yo salgo a comer, voy de vacaciones... pero elijo desde el punto de vista de mi familia, y a cambio ellos me dejan redescubrirlo todo a través de sus ojos, esos ojos para los que todo tiene la ilusión de lo nuevo, y eso es lo mejor que puede pasarte.
Mi padre me dice, riñéndome, que soy como una niña, porque no he perdido la capacidad de asombrarme. ¡Qué triste despertar sabiendo que nada, absolutamente nada en ese día, logrará sorprenderte! Y mis hijos consiguen hacerme abrir la boca a diario.
¿Para qué tenemos hijos? No, mi pregunta es: ¿por qué no los he tenido antes?